Prosiguiendo con el ciclo “Café Cultura Nación”, la Biblioteca Municipal Arturo Illia convocó el pasado viernes a su tercer encuentro, que contó con la presencia de Pablo Pineau, profesor de la U.B .A., de la Universidad de Luján y Presidente de la Sociedad Argentina de Historia de la Educación , y con la moderación del profesor Daniel Cormik, bajo la consigna: ¿Qué educación queremos para el 2010? Esta charla es para rescatar un par de ideas, comenta Pineau, hablar de nosotros, no para definir ¿qué educación se necesita?, ¿Qué educación conviene? Sino ¿qué educación queremos? Y en esta línea pensé en tratar de armar ideas para la en vísperas de la conmemoración del Bicentenario, tratando de no repetir el Centenario que fue bastante conmemorativo y mirando al pasado. Yo me he formado desde lo histórico educativo y desde allí decimos que nos importa el futuro, y de cómo hacer el futuro más justo. Por eso vamos al pasado para rescatar algunas ideas. Me gusta decir que el trabajo nuestro es pensar la educación entre la historia y la teoría porque en algún lado encontramos las herencias “las experiencias de otros”, las presencias “el hoy” y “las ausencias”, lo que no hubo, lo que no nos contaron, lo que nos robaron. Quizás la educación dejó de hablar con algunos campos del conocimiento; el arte entre ellos. Y el diálogo sirve para avanzar en los campos del conocimiento, para reflejar la problemática, como dice Cristian Ferrer (sociólogo argentino) crítica y expresión, arte y pensamiento, desde la economía, desde la biología, desde las mediciones; y no ponernos a dialogar tanto con lo pedagógico y con lo científico, sino dialogar con el arte. Esto implica desde algún lado empezar a tratar con la literatura,, auque sea en el recreo:
“Había un maestro que nos leía… había un profesor que nos contaba… había algo de recuperar la literatura…”Aquí les traigo una parte de la película Kanpchaska: Marcelo Figueras, dándole vos a Harry, el protagonista, dice: “…Estoy seguro de que ninguno de esos maestros imagina el efecto que tuvo en mí, pero yo si los rerecuerdo y lo veo en los maestros de hoy. Que los maestros sigan trabajando día tras día es una afrenta para los poderes de este mundo, que alientan la ignorancia de las mayorías, porque saben que es la condición de su existencia. Nos necesitan torpes, aletargados y dóciles”. Pero luego dice algo más importante: “… Creo de todos modos que la principal causa por la que hoy se combate a los maestros es otra, más miserable y por eso inconfesa. Un maestro es alguien que decidió pasarse la vida, encendiendo en otro la chispa que encendieron en él cuando niño, devolver el bien recibido, multiplicándolo. Y para los poderosos de este mundo que de niño lo recibieron todo y ahora lo arrebatan todo, la lógica de esa decisión es obscena, un espejo en el que no quieren mirarse, y por eso lo rompen huyendo del escándalo”. La idea es un problema ético, decía Figueras; el problema no pasa porque difundan todo, sino porque plantean una ética distinta. Aquí aparece lo que yo creo que es necesario: una pedagogía generosa.
Luego de esta introducción, el orador contrapuso algunas realidades y cambios que deberíamos relevar, como la pedagogía del ahorro por la pedagogía del gasto, y transitar desde la presunción de lo peligroso hacia la propuesta de inaugurar algo que no estaba hasta hoy.
Luego se abrió la charla hacia los presentes y afloraron temas como la droga en la escuela de hoy y la crítica a que desde arriba se espera el cambio y otros factores que si bien están a la vista, pero no solo en la escuela, distaban de la consigna que trajo al expositor. Sin embargo sirvieron para rescatar la idea de que los discursos pesimistas no aportan nada y que es preferible contar con discursos optimistas: “Si uno no tiene algo de optimista, ya no es educador” piensa Pineau. La idea fue cerrando con la idea madre de transformar el educar para para el mercado laboral (escuelas supermercados), por el pensar que tiene derecho a aprender el alumno. La escuela no es un lugar que esta para que sirva, sino un lugar para construir futuros más justos.
La convocatoria se privó del tiempo necesario para continuar con el debate que propone este ciclo, un punto flaco para mejorar y evitar quedarnos con la pedagogía del ahorro.
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